domingo, 1 de julio de 2007

Piraguas en el Duratón

Ayer tocó día aventurero, de piragüismo, natación y abordaje por las hoces del Duratón, en Segovia.

Reconozco que al principio era un poco escéptico, sobre todo por aquello de pegarse un madrugón en sábado, tarea a todas luces desaconsejable para mi frágil estado de salud. Aún así me animé, y no lo lamento.

El evento lo organizaba la casa de la juventud de Moralzarzal, a los que felicito por la organización y el buen precio: sólo 5 euros. Espectacular.

Cogimos el bus en Moralzarzal a eso de las 09:30, y tras un recorrido de una hora y media llegamos al camping de Cantalejo. El viaje no estuvo desprovisto de su encanto: vimos un castillo muy chulo y un rally de coches antiguos. No está mal para empezar.

En el camping nos cambiamos, recogimos a los que habían ido en coche (entre ellos a nuestros amigos guadalajareños, o como se llame a los nativos de esa tierra), y camino al Duratón. Ya se iba haciendo tarde, y cada vez que veíamos un charco por la ventana se disparaba la tensión.

Una vez llegamos a Sebúlcor, en pleno parque natural de las Hoces del Río Duratón, la gente de Naturaltur nos explicó los rudimentos del piragüismo y sin más dilación nos lanzamos al agua. En fin chavales, para que engañaros con falsa modestia, soy muy bueno con la piragua. Una vez que le cogías el truco, no tenía misterio. También es cierto que el inagotable Iván, mi compañero de embarcación, ya lo había hecho antes y pilotaba.

El río es muy tranquilo y pacífico, y aunque en principio yo hubiera preferido algo más movido como rápidos o algo así, me divertí mucho. El paisaje era impresionante, con escarpadas paredes de piedra caliza y los majestuosos buitres leonados sobrevolando el río. Aún así no dio mucho tiempo de disfrutar del mismo: empezaron las guerras de agua, y bastante teníamos con defender los flancos e intentar mojar el máximo a las piraguas adyacentes. Nadie se libró, y sólo gracias a la bolsa hermética que me dejó Julien se salvó mi precioso bocata de jamón. Luego hicimos "el piano", que en argot piraguístico viene a consistir en unir varias piraguas (en nuestro caso cuatro), y pasar de una a otra. Sólo unos pocos nos lanzamos, y nadie fue al agua (pena).

El final del trayecto era un merendero, dónde podíamos dejar las piraguas y descansar un rato. Bueno, descansar quien quisiera, porque la intrépida Laura y yo teníamos otros planes: practicar el pirateo de piraguas. Sí, sí, con los mp3 y los divx es muy fácil, pero la cosa cambia cuando hay que nadar hacia la presa, ganarse la confianza de la tripulación, subirse a la piragua y "guardársela" a los tripulantes mientras ellos se dan un chapuzón, aprovechando la coyuntura para fugarse con el bote. Vamos, que ni el mismo Jack Sparrow en un buen día.

Tras comer la mitad del mencionado bocata de jamón, levamos anclas e iniciamos el camino de vuelta. Se hizo más tranquila, sin ningún incidente reseñable; ya dominábamos más la técnica, firmamos una incómoda tregua con las otras piraguas, y nos recreamos contemplando a los buitres. Uno se queda pasmado viendo como planean y planean en círculos, a la espera de que algún piragüista desafortunado tenga un descuído (si no, no sé de que se alimentará tanto bicho).

Volvimos al bus, al camping para cambiarnos, y camino de Sepúlveda para comer. Yo no conocía Sepúlveda, y me sorprendió muy gratamente: cucas casitas de piedra en un promontorio rodeado por dos ríos (recuerda la situación a Toledo), con las torres de las Iglesias románicas dominando el horizonte. Nos dieron un rato para comer y conocer el pueblo, y nos acoplamos a comer en una pequeña placita con bancos de piedra. Luego vimos el Santuario de Nuestra Señora de la Peña, y contemplamos desde el mirador adyacente las hoces del Duratón. Una lástima no haber tenido más tiempo; Sepulveda es el sitio perfecto para perderse sin prisa y deambular por sus apacibles callejuelas. Regresamos al autobús, no sin que antes un servidor sufriera un ataque de unas agresivas ortigas empeñadas en que no hiciera mis necesidades.

La vuelta fue muy pacífica (incluso sobé un rato) y siguimos una ruta diferente, pasando por Guadalix y Soto del Real. Muy chula la zona.

Bueno, hasta aquí hemos llegado, que ya estoy cansado de escribir. Día muy completo, sin duda mereció la pena superar el trauma del despertador en sabado por hacer algo diferente y divertido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen resumido.

Ya la proxima vez pasaremos al nivel siguiente, con mas rapidos y mas coriente, para ver si todavias teneis ganas de jugar al "piano"

santiiiii dijo...

Bueno, bueno, deseando que estoy llegar a ese nivel. Habrá que llevarse el traje de neopreno...

Anónimo dijo...

Siento decirte querido amigo que donde tú estuviste si q es el Duratón pero no el PARQUE NATURAL DE LAS HOCES DEL DURATÓN, donde estuviste es otra zona, con paredes más bajas y que no es parque natural, y logicamente más barato, en el parque de las hoces del duratón todas las empresas cobran 35€ por cabeza, incluso NATURALTUR, aunq en ocasiones juegan al despiste, vamos, a despistar a la gente y les llevan a ese otro embalse (llamado de las Vencías).
Para saber más vallelao@hotmail.com