martes, 17 de julio de 2007

Prison Break, temporada 2


Cuando terminé de ver la primera temporada de Prison Break, me quedé con un sabor agridulce. Por un lado me resultaba atractiva la trama y los personajes, pero por otro no conseguía evitar que el sabelotodo de Michael Scoffield me cayera mal. Y claro, si no tragas al protagonista principal de una serie de 22 capítulos por temporada, es complicado engancharse. Aún así perseveré y, como no podía ser de otro modo, me quedé con la duda de saber que pasaría a continuación.

[NOTA: sí no has terminado de ver la primera temporada, y tienes intención de hacerlo, mejor deja de leer]

Con la segunda temporada todo cambia. Ahora la acción se divide en cuatro o cinco hilos paralelos, ocasionalmente entrecruzados, con un ritmo si cabe más alto, de forma que siempre hay que hacer un esfuerzo al final de cada capítulo para no ver el siguiente. También se introducen nuevos personajes que le dan más vidilla a la serie, como el del Agente Especial Mahone -Moriarti para el Holmes Scoffield (¿o es al revés?)-con su privilegiado intelecto y su dudosa moralidad.

Es más, no sé si se debe a cambios en la serie, o si los meses que han pasado desde que vi la primera temporada han inducido en mí un síndrome de Estocolmo, pero el caso es que ya tolero al Scoffield. Vale, me sigue pareciendo un niñato listillo, pero da la impresión de que ahora se equivoca más, y episodio tras episodio le vas cogiendo cierto aprecio (que no cariño). Al que no trago ahora es a "maricruuus, maricruuus" Sucre. ¡Qué tío más pasteloso y calzonazos!

No me gusta como los guionistas intentan encontrar una justificación a la perversidad de todos los personajes: drogas, padres que abusan, pesadas conciencias...siempre habrá algo que nos acerque a los personajes de forma que se exculpe su deplorable conducta. Prison Break también padece de un mal común en muchas series americanas (¿recuerdas X-Files?): el recurso a una poderosa conspiración de elementos gubernamentales y grandes corporaciones que hace que la democracia sea una pantomima, y los ciudadanos meros títeres en sus manos, y que es el origen de todos los males del mundo mundial. Por faaavor, un poco más de imaginación.

En definitiva, serie entretenida, perfecta para pasar las largas y calurosas tardes estivales sin necesidad de pensar demasiado.

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