Ayer pasamos de las cebollas a las patatas, y de la teoría a la práctica de la brida y la manga pastelera. Vayamos por partes…
Hay cinco tipos de corte de patata que son de más fina a más gruesa: en paja, cerilla, bastón, españolas, dados y puente nuevo. Estuvimos practicando el corte en paja y una vez que dominas ese se supone que dominas el resto. Se me dio bien. Todo lo negado que soy para las cebollas lo soy de hábil con las patatas (está claro, mis tortillas de patatas sin cebolla). La clave es cuadrar bien la patata, quitando las partes redondeadas para que sea fácil de apoyar en la tabla. Curiosidades: conviene quitar las partes verdes, que pueden ser cancerígenas.
Después de las patatas tocó cortar ajos, y tampoco se me dio mal. El secreto es dar golpes con la parte plana del cuchillo a la cabeza de ajo para desmoronar los dientes, pelarlos, y martillear de nuevo los ajos hasta que queden medio aplastados. Luego, a cortar, aplicando nuestra cada vez más depurada técnica. Curiosidades: nos lavamos las manos con un “jabón” de acero inoxidable para quitar el olor, y funciona estupendamente.
Por último, el perejil. Aquí ya nos vinimos abajo. En palabras de la profesora “me dio el bajón”. En fin, no se puede ser bueno en todo. La técnica consiste en quitar las hojas del perejil y hacer una bola muy prensada; y ese fue mi error: prensé demasiado, y rompí la estructura de las hojas, de forma que el perejil cogió un color verde oscuro. Luego al picarlo, aunque lo hagas bien, no se va a quedar como debería. Como curiosidad, echamos los ajos y el perejil picado (bueno, el mío no pasó el corte) en un bote para echarle aceite y conservarlo en el frigorífico. Dura varios meses, y se puede usar para casi cualquier plato.
Después de cortar fuimos a por la manga pastelera. La llenamos con puré de patatas (hecho con las patatas previamente cortadas claro ¡que desperdicio de mis cortes!), y a hacer dibujitos. Aquí el truco es poner bien la boquilla, y doblar la parte superior de la manga para que no se manche al echar la masa. Pese a las risas de la profe, creo que me quedaron muy bien mis creaciones.
El día terminó con la brida: se usa cuerda de bramante, que venden en las ferreterías, y se anuda la carne (bueno, en nuestro caso un paquete de lentejas). No resultó demasiado difícil, y descubrí que para bridar soy diestro.
Balance muy positivo, me reí mucho y además el próximo día por fin cocinaremos (y comeremos). Además vamos a llevar vinito, lo que dará más vidilla al evento; no íbamos a comer a palo seco, ¿verdad?
2 comentarios:
Muy bien Santiiiii! Me dijiste que querias empezar un blog...
En estos ultimos meses he aprendido un monton de cosas buenas y no tan buenas, y muchas cosas inesperadas. Pero quizas la mas util fue hace dos meses, en el seco, seco desierto de Atacama, cuando una senora de Santiago me enseno que frotar una ramita de perejil entre las manos, te quitas todo el olor del ajo. Y es verdad. Asi que, para los momentos en los que no tienes disponible el jabon de acero...
francamente, me parece mejor idea frotarse las manos con perejil que con un frío cacho de metal. Además lo del jabón de acero no es la panacea: el olor reaparece-menos intenso-al siguiente día.
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