The Kills es un grupo primitivo, tanto en su música —percusión por caja de ritmos, guitarra chillona que también hace las funciones de bajo, y letras básicas y reiteradas— como en su comportamiento en el escenario. No hablan, no interactúan con el público; se limitan a moverse espasmódicamente al ritmo de su música. Este toque primigenio es lo que les da su originalidad, y los hace tan diferentes de cualquier otro grupo.
La dulce cara de Alison "VV" Mosshart, la cantante, podría engañarnos a pensar que se trata de una criatura angelical. Error. Hizo kilómetros y kilómetros pateándose enérgicamente el escenario cigarro en mano, interrumpiendo su paseo ocasionalmente con una convulsión semi epiléptica. Películas como el exorcista venían a la mente. Eso sí, las preguntas que nos hacíamos continuamente de "Qué se habrá metido esta" o "se va a caer!" nos las callaba con su voz profunda y su impecable interpretación.
La otra mitad de The Kills, Jamie "Hotel" Hince, parecía más tranquilo . Su apariencia de zombie-yonkie no le quitaba habilidad a la hora de tocar la guitarra, sacándole un sonido (o, mejor dicho, sonidos; debería llevar media docena de pedales el tío) de lo más peculiar.
Como teloneros actuó Junior Mackenzie, grupo basado en Barcelona formado por un español, un noruego y un brasileño. Canciones con toques soul y country, pero que ascienden a un nivel más cañero poco antes de ser acusadas de moñismo. Habrá que seguirlos.
La actuación de los Kills fue cortita —no llegaría a la hora y media— pero intensa (tiene que se difícil mantener ese ritmo durante más tiempo). Tocaron canciones de sus tres discos, centrándose en el último, Midnight Boom. Afortunadamente, y aunque no tocaran Rodeo Town —mi canción favorita—, las previsiones que me habían hecho de que en directo el grupo no era muy allá fueron infundadas.
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