sábado, 12 de abril de 2008

The Kills en la sala Heineken

The Kills es un grupo primitivo, tanto en su música —percusión por caja de ritmos, guitarra chillona que también hace las funciones de bajo, y letras básicas y reiteradas— como en su comportamiento en el escenario. No hablan, no interactúan con el público; se limitan a moverse espasmódicamente al ritmo de su música. Este toque primigenio es lo que les da su originalidad, y los hace tan diferentes de cualquier otro grupo.

La dulce cara de Alison "VV" Mosshart, la cantante, podría engañarnos a pensar que se trata de una criatura angelical. Error. Hizo kilómetros y kilómetros pateándose enérgicamente el escenario cigarro en mano, interrumpiendo su paseo ocasionalmente con una convulsión semi epiléptica. Películas como el exorcista venían a la mente. Eso sí, las preguntas que nos hacíamos continuamente de "Qué se habrá metido esta" o "se va a caer!" nos las callaba con su voz profunda y su impecable interpretación.

La otra mitad de The Kills, Jamie "Hotel" Hince, parecía más tranquilo . Su apariencia de zombie-yonkie no le quitaba habilidad a la hora de tocar la guitarra, sacándole un sonido (o, mejor dicho, sonidos; debería llevar media docena de pedales el tío) de lo más peculiar.

Como teloneros actuó Junior Mackenzie, grupo basado en Barcelona formado por un español, un noruego y un brasileño. Canciones con toques soul y country, pero que ascienden a un nivel más cañero poco antes de ser acusadas de moñismo. Habrá que seguirlos.

La actuación de los Kills fue cortita —no llegaría a la hora y media— pero intensa (tiene que se difícil mantener ese ritmo durante más tiempo). Tocaron canciones de sus tres discos, centrándose en el último, Midnight Boom. Afortunadamente, y aunque no tocaran Rodeo Town —mi canción favorita—, las previsiones que me habían hecho de que en directo el grupo no era muy allá fueron infundadas.

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