Hace unos meses decidí hipotecar todos los fines de semana de abril en hacer un curso de buceo en Cormorán. La considerable inversión de tiempo (y de dinero) que conlleva era una gran apuesta cuyo resultado no era posible saber hasta entrar en el mar.
Esa entrada tuvo lugar el pasado sábado, y la respuesta no deja lugar a dudas: esto del buceo mola.
Esa entrada tuvo lugar el pasado sábado, y la respuesta no deja lugar a dudas: esto del buceo mola.
El Curso
Tardes de sábados y mañanas de domingo en una hábil combinación de teoría (sorprendentemente, muy interesante y nada aburrida) y prácticas en piscina (en el club Canoe, con su piscina de saltos de 5 metros de profundidad). El manejo y mantenimiento del equipo, la comunicación bajo el agua, los riesgos...todo ha tenido cabida en un curso que convierte una actividad aparentemente peligrosa en algo que se puede disfrutar con seguridad. Enhorabuena a los profesores.
Sábado: Cala Cerrada
Sábado: Cala Cerrada
El bautismo lo hemos realizado usando las instalaciones del centro Rivemar en la Azohía, muy cerca de Mazarrón en Murcia (no tengo referencias para comparar, pero me pareció muy profesional).
El primer día salimos a Cala Cerrada, lugar ideal para hacer la primera inmersión: sin corrientes y con una profundidad moderada. Bajamos por el cabo de una boya hasta unos 8 metros, y descendimos gradualmente hasta los 18 metros, con dirección a la boca de la cala. Muchas plantas posidonias, y bastantes pececillos (lo siento, mis conocimientos de biología marina son demasiado limitados como para atreverme a nombrarlos). Aunque perdí la tuba (que fue hábilmente recuperada por el monitor), la inmersión procedió sin incidentes —aunque con el natural nerviosismo inicial. Mi opinión sobre el buceo mejoró claramente...pero lo mejor estaba por llegar.
Domingo: El Arco
Anclamos a unos 100 metros de un arco natural formado en la roca, descendimos por el cabo del ancla hasta unos 14 metros, y nos desplazamos hacia el arco dejando el acantilado a nuestra izquierda, bajando de cota gradualmente hasta los 19m. Bancos de cientos y cientos de peces de variopintos colores, estrellas de mar, abundantes plantas, todos iluminados fantasmagóricamente por el cálido sol mediterráneo. Esta luz, y su efecto sobre el agua visto desde una profundidad de un quinto piso es lo que más me impresionó. Los haces individuales se distinguían nitidamente formando un arco iris de azules, verdes y blancos que, al proyectarse sobre la fauna daban un aspecto irreal, casi alienigena a la escena, pero sorprendentemente pacífico y relajante. Es difícil de explicar, espero que cuando el bueno de Zelloss publique se vea más claro.
Cruzamos el arco, que tenía una agradable corriente de agua caliente donde los peces aprovechaban para congregarse. La vuelta la hicimos también paralelos a la pared, pero a mayor altura. Más soltura y serenidad en esta inmersión, confío que anticipo del rápido progreso que vendrá con futuros chapuzones.
De vuelta a la gran ciudad, con las sensaciones vividas convertidas ya en un lejano eco, sólo queda esperar a la siguiente inmersión. No tardará demasiado.
Imágenes (c) Rivemar y Zelloss.
Anclamos a unos 100 metros de un arco natural formado en la roca, descendimos por el cabo del ancla hasta unos 14 metros, y nos desplazamos hacia el arco dejando el acantilado a nuestra izquierda, bajando de cota gradualmente hasta los 19m. Bancos de cientos y cientos de peces de variopintos colores, estrellas de mar, abundantes plantas, todos iluminados fantasmagóricamente por el cálido sol mediterráneo. Esta luz, y su efecto sobre el agua visto desde una profundidad de un quinto piso es lo que más me impresionó. Los haces individuales se distinguían nitidamente formando un arco iris de azules, verdes y blancos que, al proyectarse sobre la fauna daban un aspecto irreal, casi alienigena a la escena, pero sorprendentemente pacífico y relajante. Es difícil de explicar, espero que cuando el bueno de Zelloss publique se vea más claro.
Cruzamos el arco, que tenía una agradable corriente de agua caliente donde los peces aprovechaban para congregarse. La vuelta la hicimos también paralelos a la pared, pero a mayor altura. Más soltura y serenidad en esta inmersión, confío que anticipo del rápido progreso que vendrá con futuros chapuzones.
De vuelta a la gran ciudad, con las sensaciones vividas convertidas ya en un lejano eco, sólo queda esperar a la siguiente inmersión. No tardará demasiado.
Imágenes (c) Rivemar y Zelloss.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo!!!!
Tanto la actividad del buceo como el curso con Cormoran son altamente recomendables!
Las fotos estan en camino: ayer edité las del primer día y estoy contento! La camara responde y con un poco de curvas en photoshop quedan nitidísimas!
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