Es el año 2011 y Cassandra Devine , una guapa joven americana que ingiere Red Bulls como Homer rosquillas, está cabreada. El país está en quiebra, acuciado por numerosas guerras, inflación estratosférica y una economía en contracción; entonces el Senado aprueba más deducciones fiscales y ayudas a los jubilados. Es la gota que colma el vaso, y Cassandra decide actuar, coincidiendo con la llegada del "Boomsday", el día en que los primeros "Baby Boomers" empiezan a jubilarse.
Junto a una frenética actividad en su blog llamando a la movilización de los jóvenes (la 'whatever' generation), Cassandra se busca la ayuda del patricio senador Jepperson (eslogan: 'No worse than the others'), y juntos se enfrascan en una carrera electoral con la mira puesta en la presidencia.
Este es el argumento que nos ofrece Christopher Buckley, utilizando la comedia inteligente e irreverente para tratar uno de los principales problemas que sufren los países occidentales: el envejecimiento de la población, la crisis de la seguridad social y la bomba demográfica que se acerca cuando se retire la generación que nació después de la segunda guerra mundial. Y aquí todo vale. Se parodia continuamente a la clase política americana, con numerosos guiños a la situación vivida por la administración Bush (dolar por los suelos, deuda pública, guerras en el extranjero, interferencias con el sistema judicial...), los grupos de presión como SPERM (Society for the Protection of Every Ribonucleic Molecule) o ABBA (Association of Baby Boomer Advocates), y el propio proceso electoral. Como muestra, un debate electoral:
La sátira esperpéntica aparece por todos lados: mafias rusas, reverendos fundamentalistas sureños, políticos aristocráticos de Nueva Inglaterra, millonarios de Internet de California, relaciones públicas en Washington...todos los estereotipos de la sociedad americana actual se dejan ver en esta novela, y no salen muy bien parados.
El único problema que le veo a Boomsday es que está pensado para una audiencia americana, con numerosas referencias a la cultura popular de este país que pueden ser difíciles de entender para los de fuera. Tampoco consigo empatizar con la protagonista, la inteligente pero listilla y pedante Cassandra. Aún así las carcajadas que he echado durante la lectura compensan estos pequeños detalles.
Indudablemente, el problema de la sostenibilidad del sistema público de pensiones con el envejecimiento de la población es muy serio, y seguro que en los próximos años oiremos mucho más sobre él. Pero no de forma tan divertida (y frívola) como en Boomsday.
Junto a una frenética actividad en su blog llamando a la movilización de los jóvenes (la 'whatever' generation), Cassandra se busca la ayuda del patricio senador Jepperson (eslogan: 'No worse than the others'), y juntos se enfrascan en una carrera electoral con la mira puesta en la presidencia.
Este es el argumento que nos ofrece Christopher Buckley, utilizando la comedia inteligente e irreverente para tratar uno de los principales problemas que sufren los países occidentales: el envejecimiento de la población, la crisis de la seguridad social y la bomba demográfica que se acerca cuando se retire la generación que nació después de la segunda guerra mundial. Y aquí todo vale. Se parodia continuamente a la clase política americana, con numerosos guiños a la situación vivida por la administración Bush (dolar por los suelos, deuda pública, guerras en el extranjero, interferencias con el sistema judicial...), los grupos de presión como SPERM (Society for the Protection of Every Ribonucleic Molecule) o ABBA (Association of Baby Boomer Advocates), y el propio proceso electoral. Como muestra, un debate electoral:
"Senator Jepperson, you have ninety seconds to respond. [...] Thank you John, but I don`t need ninety seconds to respond. I can respond to what the president just said in four words: Shut the fuck up."
La sátira esperpéntica aparece por todos lados: mafias rusas, reverendos fundamentalistas sureños, políticos aristocráticos de Nueva Inglaterra, millonarios de Internet de California, relaciones públicas en Washington...todos los estereotipos de la sociedad americana actual se dejan ver en esta novela, y no salen muy bien parados.
El único problema que le veo a Boomsday es que está pensado para una audiencia americana, con numerosas referencias a la cultura popular de este país que pueden ser difíciles de entender para los de fuera. Tampoco consigo empatizar con la protagonista, la inteligente pero listilla y pedante Cassandra. Aún así las carcajadas que he echado durante la lectura compensan estos pequeños detalles.
Indudablemente, el problema de la sostenibilidad del sistema público de pensiones con el envejecimiento de la población es muy serio, y seguro que en los próximos años oiremos mucho más sobre él. Pero no de forma tan divertida (y frívola) como en Boomsday.
1 comentario:
guapa e ingiere Red Bulls como Homer rosquillas. Mi alma gemela, tienes su teléfono?
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