domingo, 20 de mayo de 2007

Moving Mars


Si el blog se llama "De libros y otras cosillas", ya tocaba hablar de algún libro, ¿no?
Moving Mars, de Greg Bear, es ese libro.

Greg Bear no necesita introducción, es un autor bastante prolífico, que se caracteriza por escribir ciencia ficción dura (no sé como se traducirá el término exactamente; la Hard Science Fiction intenta desarrollar historias con el máximo rigor científico, alejándose de aspectos más fantasiosos o especulativos) del que yo ha me había leído previamente sus dos novelas de las serie de Darwin (no están mal, quizá un poco bestsellerish para mi gusto)

Moving Mars, escrito en 1993, nos cuenta en primera persona la vida de Casseia Majumdar en el Marte del siglo XXII, y de como influye directamente en los principales acontecimientos políticos y científicos que acaecen al planeta: desde una turbulenta adolescencia política hasta un final que no por esperado deja de ser impactante.

No sé que pasa con Marte (bueno, sí: la cercanía, los canales, el Dios de la Guerra, ya sabes), pero siempre ha despertado gran fascinación entre los escritores del género: el padre de todo ésto mandaba a los marcianos a conquistar la tierra hace un siglo, y el creador de Tarzán nos agració con las fantásticas aventuras de John Carter.
Luego el gran Bradbury inventaba un Marte decadente y suburbano, Ben Bova nos llevaba al planeta rojo en un futuro cercano (y nos volvía a llevar) y por último Kim Stanley Robinson creó el, para mi, Marte definitivo en su trilogía de los colores (Marte Rojo, Marte Verde y Marte Azul).

Moving Mars tiene algo en común con el Marte de Bova (los restos fósiles de vida en un planeta desértico) y con el de Robinson (la importancia de ideas políticas; ¡se ve que un nuevo planeta requiere la invención de un nuevo sistema de gobierno!, y las relaciones con el planeta madre). Sin embargo, en lo que el libro de Bear es único es en el alcance científico-filosófico.

Mediante la "Teoría de los Descriptores" (una especie de barra libre cósmica), es posible manipular una serie de parámetros del espacio-tiempo, y conseguir cualquier resultado imaginable. Como recurso para llevar la narrativa hacia situaciones insólitas no está mal, pero lo cierto es que aunque el autor intenta justificar su teoría con largas explicaciones, no deja de ser una caja negra que le permite tener carta blanca a la hora de evolucionar la historia. Y la historia ciertamente evoluciona, cogiendo más protagonismo si cabe el aspecto político de la misma.

Me gusta que un escritor de ciencia ficción sea osado y original, y Bova lo es. Si estás dispuesto a tolerarle licencias científicas (y algún que otro aspecto negativo más, como la desaparición prematura de la historia de algunos personajes), el libro es recomendable, aunque uno se queda con la impresión de que se trata de un expansión de un relato corto (no sé si es el caso, pero no me estrañaría).