martes, 21 de agosto de 2007

Olympos

"Helen of Troy awakes just before dawn to the sound of air raid sirens"

Con esta curiosa frase empieza Olympos, que culmina –no gloriosamente- la bi-logía iniciada en Ilium.

Recordarás, mi queridísimo y paciente lector, que al hablar de Ilium dudaba de que Simmons consiguiera despejar las numerosas interrogantes planteadas. Pues bien, lo hace, pero no de forma del todo satisfactoria. El autor necesita valerse de triquiñuelas metafísicas que, pese atar los cabos, nos deja como resultado una maraña ininteligible.

El encanto de los dioses del Olimpo peleándose entre sí se completa con la aparición de Titanes, semidioses y otras deidades varias que convierten el otrora limpio panteón en una rebuscada fantasía tipo Manga.

El intento de explicar las inusitadas realidades del universo de Olympos de forma científica se viene abajo rápidamente. "Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia" nos decía el gran Arthur C. Clark, y, lamentablemente, este viene a ser el único recurso usado por Simmons para justificar hazañas como la resurrección de una persona –memoria y personalidad incluida- mediante fragmentos de ADN, la teleportación, etc., etc.

Ya sé que soy un poco quisquilloso en mi distinción entre Ciencia Ficción y Fantasía (algún día haré un post sobre el tema), pero uno de los grandes atractivos para mi del género de la Ciencia Ficción es la credibilidad de los mundos creados, y el poder pensar que, por muy lejano y disparatado el futuro, la realidad descrita en el libro podría tener lugar. Ese pensamiento no se tiene con Olympos.

Aún así, Dan Simmons sigue siendo Dan Simmons, y –pese a sus más de 800 páginas- el libro es ameno y se lee bien. Los personajes y su evolución están muy logrados, el lenguaje es muy atractivo y el sentido del humor se mantiene intacto, más ácido si cabe:

"Achiles throws up again. This time it is as an aesthetic statement more than a reaction to optical vertigo"

La pena es que lo que pudiera haber sido una obra maestra a la altura de la saga de Hiperión se haya quedado en una simple entretenida lectura veraniega.

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