martes, 30 de abril de 2013

Flores para Algernon

"Although we know the end of the maze holds death, I see now that the path I choose through that maze makes me what I am"
Hay una opinión bastante generalizada que sitúa a la ciencia ficción como un género de aventuras, algo infantil, dónde hombres (siempre son hombres) se evaden a mundos ficticios e irreales para escapar de la dura realidad con pistolas láser y batallas intergalácticas. Qué erróneo.

Libros como Flores para Algernon, ganador del Hugo a la mejor novela de 1967, echan por tierra esa hipótesis con elegancia y contundencia.

Leí el relato corto original en el que se basa la novela hace ya un par de décadas, cuando me estaba formando como lector y tenía una alta capacidad para maravillarme. Lamentablemente, esa capacidad ha ido menguando, así que al afrontar la lectura de la versión novelada de Flores para Algernon dudaba de que su impacto fuese el mismo. 
Lo ha sido. Y es que la obra tiene un alto contenido emocional, explorando al límite lo que nos hace humanos y nos diferencia de otros animales “inferiores”.

La tesis básica del libro es muy simple: Charlie es un treinteañero retrasado mental, que se acoge a un programa experimental para volverse más inteligente. En las páginas de su diario vemos como va evolucionando hasta que se convierte en un genio, descubre que la inteligencia no lo es todo:
"intelligence and education that hasn't been tempered by human affection isn't worth a damn"

y llega a relativizar el excesivo peso que la sociedad le da a ésta:
"who's to say that my light is better than your darkness?"

Lamentablemente, Charlie encuentra un fallo fundamental en la base científica de su desarrollo, con posibles consecuencias devastadoras: ¿voy a volver a convertirme en lo que era?

10/10

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