martes, 28 de diciembre de 2010

Cero Absoluto

Todavía me acuerdo de ese chaval intelectual y enrollado, fanático de los cómics y de la ciencia ficción al que le pedía los apuntes de estadística en la carrera. De las clases de metodología de las ciencias sociales impartidas con desparpajo, y de esos partidos de los domingos en el Séneca en los que nos sacudíamos la resaca de la noche anterior.

Su paso por el mundo editorial le ha hecho evolucionar, y de las idas de olla casi adolescentes de Paseo ha pasado a Cero Absoluto con otro desvarío más controlado, interesante y profundo, en el que discute los límites de la ciencia, y explora la idea de qué, inevitablemente, el afán del hombre por el progreso acabará siendo su propia destrucción.

7/10

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