jueves, 29 de mayo de 2008

El Sol de Breda


Es el año 1625 y el Capitán Alatriste, como siempre acompañado de su fiel Íñigo de Balboa, sustituye los estrechos callejones de Madrid por las planicies de Flandes, peleando contra los herejes por el bien de España y del rey nuestro señor. Batallas, escaramuzas, marchas y asedios, acaban desembocando en la rendición de Breda, tal y como mostraría magistralmente Diego de Velázquez.

Perez Reverté consigue que nos resulte sorprendentemente fácil imaginar lo que experimentarían los soldados de los tercios españoles al pasearse por Europa, sembrando el miedo y la destrucción a su paso y consiguiendo unos éxitos militares más atribuibles a una desesperada disciplina que a la organización o los medios con los que contaban. El frío y el hambre, los remordimientos y el odio, el delirio y el ansia de sangre, el valor y la gallardía se mezclan con el miedo --siempre presente:

"Quien mata de lejos es peor que los otros hombres porque ignora lacólera, y el odio, y la venganza, y la pasión terrible de la carne y de la sangre en contacto con el acero; pero también ignora la piedad y el remordimiento. Por eso, quien mata de lejos no sabe lo que pierde"


El sol de Breda es un libro duro, que muestra sin tapujos toda la crudeza de una guerra y de una época en la que la vida valía muy poco y el honor era más importante que todo lo demás. Como en otros libros de la serie, el lenguaje es barroco y detallado y la puesta en escena muy lograda. Lo que sí cambia es el ritmo de la narrativa, más dinámico y vivo que en otras ocasiones. Por un buen trecho, el mejor de los tres libros de Alatristre que llevo leídos hasta la fecha.

domingo, 25 de mayo de 2008

On Off

"I believe that the world belongs to the Devil. I believe that the Devil is infinitely more powerful than God. And the soldiers of goodness, if not of God, are losing the war."
Las mejores novelas de misterio son aquellas que juguetean con el pobre lector, como si éste fuera un ovillo de lana en manos de un gatillo travieso. Cuando crees que ya has adivinado que el asesino es el mayordomo, ¡zaas!, zarpazo y vuelta a empezar. Así me he sentido yo con On Off, la incursión dentro del mundo del crimen de Colleen McCullough, la creadora de la serie de Masters of Rome, la mejor sucesión de novelas de romanos que conozco.

On Off está ambientado en Connecticut en los años 60, cuando de forma accidental se encuentra el cadáver mutilado de una joven, listo para ser incinerado, en una nevera de un centro de investigación médico. El descubrimiento, y la sucesión de nuevos asesinatos en circunstacias similares, traerá de cabeza al detective Camine Delmonico, el incisivo protagonista de la historia.

Los sospechosos van apereciendo sucesivamente, con la exquisita caracterización ya habitual en McCoulough:
"Adison Forbes, Carmine had decided within a very few moments, was a complete neurotic. He sported a sinewy, gaunt leanness that suggested an exercise freak with vegetarian tendencies..."
Científicos neuróticos y maniáticos, secretarias obsesivas e inseguras, técnicos de laboratorio con extrañas costumbres...van desfilando ante nuestros ojos, todos ellos con un caparazón de normalidad pero con los suficientes lados oscuros como para ser considerados sospechosos. Delmonico sigue entrevistando sospechosos y buscando pruebas desesperadamente. En vano, hasta que:
"Now that he had taken to calling the killer a ghost, some corners and crevices in his mind has shifted to permit faint rays of light down their depths"
El ritmo de la novela es fluido, y sus algo más de 400 páginas se pasan con rapidez. Como lado negativo, quizá sobran algunas historias paralelas que aportan poco al argumento global y lo único que hacen es despistar (más) al ya confuso lector. No importa; no soy un gran fan del género detectivesco, pero reconozco que de vez en cuando viene bien ponerse en la piel de un intrépido policía intentando resolver un puzle con escasas piezas. On Off cumple sobradamente este objetivo.

domingo, 11 de mayo de 2008

The Restaurant at the End of The Universe

"In the beginning the Universe was created. This has made a lot of people very angry and been widely regarded as a bad move."

Segunda parte de la mundialmente famosa trilogía de cuatro libros "Guía del autoestopista galáctico", este Restaurante del Fin del Mundo (curiosa la traducción que le han dado en castellano) continúa con los mismos personajes --el timorato terrícola Arthur Dent, el esquizofrénico ex-presidente del universo Zaphod Beeblebrox ("...he was clearly a man of many qualities, even if they were mostly bad ones"), Marvin el robot depresivo ("[I am] fine, if you happen to like being me, which personally I don´t")-- y con el mismo disparatado lenguaje.

No lees a Douglas Adams por sus historias --de hecho "El Restaurante" tiene un argumento errático y poco definido--, ni por su elaborada narrativa; lo haces por su comedia y su humor cínico y esperpéntico. Ese universo absurdo, poblado de criaturas estúpidas y objetos inservibles ofrece mayor diversión que muchos otros más lógicos o coherentes. Un ejemplo: las gafas que usa Zaphod para "protegerse":

"...a double pair of Joo Janta 200 Super-Chromatic Peril Sensitive Sunglasses, which had been specially designed to help people develop a relaxed attitude to danger. At the first hint of trouble they turn totally black and thus prevent you from seeing anything that might alarm you."

Estamos ante un libro cortito y fácil de leer. Aunque puede resultar cansino si no lo afrontas con el estado de ánimo adecuado, si coges el libro dispuesto a reírte, ten por seguro que lo harás.

jueves, 1 de mayo de 2008

Submarinismo en la Azohía: las fotos

Como anunciábamos el otro día, Zelloss se llevó su cámara a la Azohía, y, siendo como es el chaval, no dejó de echar fotos. Por fin ha terminado de editarlas, y las ha publicado en su dirección habitual.

Las fotos están bastante bien, sobre todo teniendo en cuenta la poca iluminación que hay a medida que vas descendiendo. Os dejo con las que mas me han gustado.










Nada Surf en la Riviera


Concierto agridulce de Nada Surf, con Bell X1 y Clovis como teloneros en la Riviera.

Bell X1, grupo irlandés desconocido por mi, me causó una buena impresión. Mucha flexibilidad instrumental y sonido variado. Sólo tocaron cuatro o cinco canciones, y es difícil juzgar a un grupo así; los seguiré con atención.

Clovis, a cuya cantante ya vimos en el concierto de Tarik, tocó bastante, unas ocho o nueve canciones, todas ellas empañadas por una calidad sonora mediocre que impedía oír las voces con claridad. Es un grupo demasiado lento para mi gusto; unido al sonido y a la expectación por ver a Nada Surf el resultado fue pasable, pero poco más.

Nada Surf tocó una hora y media, ante un público volcado formado por groupies adolescentes (se ve que pese a sus añitos Daniel Lorca, el bajo, tiene tirón entre la chavalería) y con recurrentes problemas de sonido.

Normalmente los grupos son más cañeros en directo que en estudio; pasó con Wilco, y también con Travis en la misma Riviera. Lamentablemente, no fue así con Nada Surf. Tanto la selección de canciones como la interpretación de las mismas tuvo un sesgo moña nada agradable. Tocaron bien, con su característico sonido nítido y protagonismo del bajo, pero, francamente, yo esperaba más. No fue una experiencia del todo desagradable (pese a los grititos de las groupies), pero no creo que vuelva a ir a un concierto de este grupo. Desde luego lo que intentaré en el futuro es pisar lo menos posible la Riviera. Mal sonido, altos precios, mala comunicación...sin duda, la sala menos recomendable de Madrid.