jueves, 22 de noviembre de 2007

Stargate Atlantis, temporada 1


Después de la comedia suburbana de Mujeres Desesperadas era necesario un toque de ciencia ficción hardcore para aplacar al friki que llevo dentro. Investigando, investigando, decidí que Stargate Atlantis sería la encargada de llevar a cabo tan ambiciosa tarea.

Y tengo que decir que lo ha hecho con habilidad. La serie es un "spin off" (¿cómo se dice eso en castellano?) de Stargate SG-1, serie que a su vez surgió de la película de culto Stargate. El argumento es bastante simple: mediante stargate (portales de tecnología alienígena que permiten viajar entre planetas usando agujeros negros de gusano) una expedición terrícola viaja a la mítica ciudad de Atlantis, en la galaxia de Pegaso y fundada por los Ancianos, raza milenaria de la que descienden los terrestres y que alcanzó picos de desarrollo inimaginables, pero que se vio obligada a abandonar Atlantis por la presión implacable de los Wraith (repelentes humanoides que se alimentan de seres humanos). Allí, los terráqueos descubren a los malvados Wraith, exploran la galaxia y van recuperando poco a poco el conocimiento de los Ancianos.

Lo cierto es que los stargates son un recurso muy socorrido para cualquier guionista: puedes hacer capítulos aislados que se desarrollen en mundos de lo más variopinto posible (eso sí, siempre y cuando tengan una flora y fauna subártica; es lo que tiene rodar en Canadá) sin necesidad de inventar formas de transporte inverosímiles y limitando el presupuesto de efectos especiales. Pese a todo no se abusa de los capítulos independientes (lo que sí pasaba en las últimas temporadas de Stargate SG1), y poco a poco se va esbozando una historia sugerente y que mantiene la tensión capítulo tras capítulo.

Los personajes son equivalentes a los de Stargate SG1, con las figuras del líder comedido, el militar payasete y algo corto, el científico sabelotodo y el alienígena enigmático. Pena que no salga ningún arqueólogo despistado para completar la analogía.

El final de la temporada está a la altura, acercándose el clímax minuto a minuto y manteniéndose en lo alto ininterrumpidamente (habrá que esperar al principio de la segunda temporada para que se calmen las cosas).

Sin duda Stargate SG1 es una buena adición a las series que ver, y sus cuatro temporadas (están emitiendo la quinta) llenarán el vació hasta que se terminen las temporadas en curso de Prison Break y Heroes. Siguiente serie: segunda temporada de Mujeres Desesperadas...volvemos a encerrar al friki (temporalmente)

domingo, 18 de noviembre de 2007

The Lords of The North

"Because fate cannot be cheated, it governs us, and we are all its slaves"

El destino y la providencia llevan a Uhtred y su inseparable espada Serpent-Breadth, a Northumbria, al norte de Inglaterra. Allí pelea con antiguos enemigos, encuentra nuevos amigos y amantes, es engañado y vendido como esclavo y finalmente, tras numerosas andanzas por media Europa, regresa para reclamar sus derechos y vengarse de los que le habían traicionado.

Las novelas de Bernard Cornwell no son eruditas, con grandes parrafadas explicándote la sociedad, las leyes y la cultura del momento (a lo Marguerite Yourcenar, Robert Graves o Colleen McCullough). Al contrario, Cornwell escoge un pasaje histórico concreto como lienzo para pintar las aventuras y batallas del héroe de turno. De paso, de modo casi involuntario, el autor va soltando pequeñas pinceladas históricas que, si bien no te convierten en un experto en la época, te sirven para ponerte en el lugar de las personas que les toco vivirla.

Un ejemplo curioso de esas pinceladas en Lords of The North (continuación de The Pale Horseman comentado en este blog hace unos meses) es la importancia de las reliquias de santos y martires en un período en el que el cristianismo todavía no estaba totalmente afianzado en grandes partes de Europa y debía competir con supersticiones y religiones paganas. Muy interesante.

Como en todos sus libros, donde Bernard Cornwell se sale es en las escenas de acción, de batallas, asaltos a fortalezas y duelos de espadas. La recreación es muy detallada, y el esfuerzo de imaginación que se le pide al lector para vivirlas es mínimo. Lectura fácil, cómoda y divertida, muy recomendable si aspiras a echar un buen rato sin demasiadas complicaciones.

La saga de "The Saxon Stories" no acaba aquí, y como dice el propio Cornwell:

"Uhtred will need Serpent-Breadth again"


Allí estaré yo para ver que hace con ella...

martes, 13 de noviembre de 2007

Takashi Murakami en la Casa Asia


El pasado sábado fuimos a la exposición del llamado "Andy Warhol Japones" Takashi Murakami en la Casa Asia. La exposición me pareció muy mal montada, con poco material -12 o 15 litografías, 2 videos (sólo uno funcionaba), y algunas figurillas-, infame iluminación en base a focos apuntando directamente a los cuadros (con el consiguiente efecto de deslumbrado), ningún folleto informativo y carencia de libros o catálogos para comprar.

Los cuadros en sí tampoco me parecieron nada del otro mundo. Originales, con una curiosa estética manga semiinfantil, pero abusando de la repetición de motivos (las famosas florecillas sonrientes, por ejemplo). El efecto es atractivo, pero no inspirador. Para mí se trata de arte menor y sobre valorada.
Si me resultó curioso el vídeo que mostraron, hablando de la "Factoría Hiropon" (no sé si tiene algo que ver con Hiro de Heroes, pero lo cierto es que son como dos gotas de agua). Y es que al Takashi todo lo que le falta de artista le sobra de emprendedor y negociante. El tío emplea más de cien artistas que son los que realmente hacen las obras, mientras que él se dedica a crear ideas y diseños. Luego sus chavalines se lo curran, y vende el resultado final por una pasta. También se ha camelado a los de Louis Vuitton, y aparecen sus figurillas en los bolsos de la pija empresa francesa.

En fin, que si queréis arte japones, leeros unos mangas o, mejor aún, jugad a alguno de los espectaculares videojuegos nipones; esta exposición es prescindible.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Wilco

Wilco visitó la Riviera el pasado viernes, y allí estuvimos para disfrutar del espectáculo.

Cuando oyes un disco del sexteto de Chicago por primera vez puedes pensar que son un poco moñas. Sin embargo, a medida que los escuchas y descubres su distorsión guitarrera y sutilezas instrumentales seguro que cambias de opinión. Y por supuesto, cuando los ves en directo cualquier rastro de moñería se desvanece por completo.


No esperaba tanta expectación (muchísima gente desconoce a Wilco, pobrecitos), pero al llegar a la sala y ver la cola de gente y los reventas merodeando por allí como carroñeros al acecho de entradas de sobra para revender se vio lo equivocado que estaba.

El concierto fueron dos horas ininterrumpidas de virtuosismo técnico, histrionismo melódico y atención minimalista al detalle (en eso, y en lo numeroso de la formación y el estilo polifónico recuerdan a Arcade Fire, aunque sean grupos totalmente diferentes). Tocaron su último disco Sky Blue Sky casi por completo, y muchas canciones de discos anteriores. Para mi, estos fueron los momentos estelares:
  • Impossible Germany, esta larga canción con tres guitarras nos dejó boquiabiertos a todos los asistentes. Ella solita vale los 34 eurazos de la entrada.
  • Los "ataques epilépticos" del batería en Via Chicago: cuando parecía que iban a caer en la lentitud y la desidia se arrancaba el batería con unos espectaculares solos.
  • La extasis final la puso Spiders (Kidsmoke) ; más que una canción parece una sinfonía, y la interpretación en directo fue impecable.

Conclusión, Wilco es uno de los grandes, y si puedes verlos en directo no te lo pienses; no dejes que los fantasmas de "uf, estos son muy moñas, habrá que ver" te atormenten: no te arrepentirás.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Matadero Cinco

"Everything is supposed to be very quiet after a massacre, and it always is, except for the birds"

Billy Pilgrim, un esperpéntico óptico marcado por sus experiencias en la segunda guerra mundial, es abducido por alienígenas que lo llevan a su planeta natal Tralfamadore. Allí Billy aprende algo que siempre ha sabido instintivamente: el tiempo no es algo lineal...

"It is just an illusion we have here on Earth that one moment follows another one, like beads on a string, and that once a moment is gone it is gone forever"

...sino que más bien...

"All moments, past, present and future, always have existed, always will exist."

Este descubrimiento le permite enfocar la vida de otra forma, siguiendo el consejo de los Tralfamadorianos:

"concentrate on the happy moments of his life, and to ignore the unhappy ones"

reviviendo así —literalmente— los mejores momentos de su vida.

No es un libro divertido, ni fácil de leer para un humilde lector tridimensional (los continuos saltos temporales dificultan el seguimiento de la historia).

Pero sí es una obra profunda, que te hace reflexionar sobre la naturaleza del tiempo y sobre las barbaridades de la guerra.

Y es que toda la novela gira en torno al bombardeo de Dresden por los aliados en 1945, que destruyó la ciudad y acabó con 30.000 vidas (no 130.000, como dice el autor). Allí estaba Billy, encerrado en un matadero subterraneo que servía de prisión temporal mientras

"there where sounds like giant footsteps above. Those were sticks of high explosive bombs. The giants walked and walked"

reviviendo esta vez las experiencias del propio autor, que fue testigo del bombardeo de Dresden desde un matadero.

El libro rezuma un antibelicismo cínico y amargo:

"and every day my Government gives me a count of corpses created by military science in Vietnam. So it goes"

adornado con perlas de humor ridículo al estilo de Douglas Adams (por ejemplo, así ven los Tralfamadorianos a los terraqueos: "...great milllipedes-with babies' legs at one end and old people's legs at the other").

Pese a todo, la sensación final es de moderado optimismo. Pues como dice el propio Vonnegut (que se cuela ocasionalmente como personaje en el libro):

"if I am going to spend eternity visiting this moment and that, I'm grateful that so many of those moments are nice"

jueves, 1 de noviembre de 2007

Mujeres desesperadas, temporada 1

"I don´t know, you're a woman...manipulate him"

Cuatro mujeres que habitan en un idílico suburbio americano bajo una apariencia de felicidad se ven sorprendidas por el inesperado suicidio de Mary Alice, su vecina y amiga. El trasfondo de este suicidio es la escusa narrativa de la serie para mostrar los problemas, secretos y maquinaciones de las cuatro amigas en su devenir cotidiano.

Cuando decía a mis colegas que después de Heroes, la siguiente serie que iba a ver sería Mujeres Desesperadas, inevitablemente surgía la siguiente conversación:

- "Pero chaval, si esa es una serie de tías, ¿cómo se te ocurre ver eso?
- "Pues ya ves, a mi me mola. Son tan maaalas y retorcidas que, no sólo te ríes, sino que también aprendes"

Lo cierto es que las dos partes tenemos razón. No os engañéis: Mujeres Desesperadas es una serie de tías, con una fuerte componente de culebrón marujil de amores, desamores, adulterios y similares, así como un intenso ramalazo feminista. Pero también es una serie de misterio con asesinatos, pistas falsas, hospitales psiquiátricos y sospechosos inesperados. Por encima de todo es una comedia irónica con humor inteligente y ácidos diálogos llenos de dobles sentidos.

Y desde luego no hay que olvidarse del aspecto didáctico: Mujeres Desesperadas es una impagable ventana abierta a la tan a menudo retorcida mentalidad femenina...